La persistencia: héroes (heroínas)
de lo cotidiano
Mirta
Pompilio es vecina de Parque Patricios, y este nombre propio no remite en su
vida solamente al lugar en el que se encuentra su casa, en el que trabaja, sino
a algo mucho más amplio cuyo alcance sobrepasa el fin de la frase “vivo en…”.
Para Mirta, el barrio es su casa. Y como la casa, requiere de presencia y
cuidado, de atención y afecto. El trabajo que Mirta dedica a este barrio del
sur de nuestra ciudad ha sido reconocido en oportunidades varias y por
distintas organizaciones. Hace veinte años trabaja en la feria del Parque y en
el Foro de la Memoria
desde su inauguración, en 1997, hace ya catorce años. En la feria tiene puesto
en el que comercializa accesorios para el cabello, en el Foro, es secretaria
general, título que implica una suerte de tareas dispares y a las que hay que
acomodarse, como un comodín en la escalera o la flor, Mirta se las ingenia para
cubrir los horarios cambiantes según el día en que hay que estar para abrir,
para cerrar, para acompañar, el espacio del Foro, y es, consecuentemente,
custodia, encargada, o, mejor, ‘cuidadora’, si se me permite el neologismo que
no cuenta con las connotaciones policiales o jerárquicas de custodia o
encargada, en gran parte, de que el Foro funcione y de que lo haga bien. Además,
Mirta es madrina del ‘Rincón de los amigos’, el espacio del Parque en el que
los vecinos se dedican al folklore y que surgió de la mano de la feria hace ya
quince años atrás.
Agenda Parque Patricios
estuvo con Mirta algunos (varios) domingos atrás, acompañándola en su lugar de
trabajo: la feria, compartiendo el siguiente diálogo del que nació la siguiente
entrevista.
Agenda
Parque Patricios (APP)
-Mirta, ¿hace cuánto estás acá en la feria?
Mirta
Pompilio (MP) -En la
feria estoy desde el año ’91 y en el barrio estoy desde el año ’86. Meses
después, justo la fábrica en la que yo trabajaba estaba en problemas y nos
íbamos a quedar sin trabajo, se inauguró la feria y entré. Cuando se cerró la
fábrica he hecho otras cosas también, empecé con la feria, pero de la feria no
se puede vivir, así que empecé limpiando oficinas, después como se ganaba muy
poco seguí cuidando chicos. También está la revista esa… La Bocina ,
ahí puse un aviso para cuidar chicos, hacía trámites bancarios y limpiaba
oficinas. Seguí hasta hace siete años más o menos, cuando los chicos que yo
cuidaba se fueron a vivir a Canadá. A Tomás lo cuidé desde los tres meses hasta
los 7 años, y ahora me mandan las fotos: mide 1,80 mts. Después estuve un
tiempo cuidando a mi nieto y ahora no lo cuido más. Estoy con el Foro, con la
feria y la jubilación.
APP -¿Cuáles son tus tareas en el Foro?
MP -Nada en particular, soy la
secretaria general. Estoy desde la inauguración en el ’97. En ese momento, De La Rúa era jefe de gobierno y
había un plan que se llamaba “Memoria en los Barrios”, todos los barrios
festejaban su día. Justo estábamos cerca del 11 de septiembre, y vi un cartel
que decía que todos los que quisieran ocuparse del barrio se reunían los jueves
en el Bernasconi. Entonces fui, un poco con la idea de que si a nosotros la
feria y el barrio nos daban la posibilidad de trabajar, nosotros les debíamos
algo cultural. Igual nosotros ya veníamos haciendo cosas, habíamos festejado
varias veces el día del niño, una vez con el club Huracán, después con el
polideportivo de Pepirí otras dos veces, allá por el ’91, ’92, hacíamos
carreras de embolsados, juegos, chocolatada.
APP -¿Había concurrencia?
MP -Sí, los chicos se enganchaban
muchísimo. Para el día de la primavera hacíamos un concurso de máscaras. Los
chicos traían papel, cartón y armaban la máscara acá. En una oportunidad
hicimos un desfile de modas. Festejábamos el carnaval, cuando todavía no se hacía
carnaval en el barrio, fue el primer año que debutó la murga ‘Pasión Quemera’,
fue en el año ’92, ’93. Estaba Félix, el primer director. Hicimos un corso
chiquito, un concurso de disfraces para todos los chicos. Fuimos a gestionar un
escenario y no nos dieron pelota, entonces pudimos conseguir un camión y lo
pusimos en la vereda (a modo de escenario). Hubo regalos para todos los chicos,
no era el carnaval de la reina y el rey, todo chico que subía disfrazado al
escenario tenía derecho a llevarse algo.
APP -Vos estás hace mucho tiempo en la feria ¿los compañeros han ido
cambiando o son los mismos?
MP - De los compañeros de los inicios queda una sola
persona, salvo los libreros que están todos. Después sí hay gente que está hace
14, 15 años.
APP – Y, ¿a qué pensás que responde el cambio/ la rotación de los
feriantes?, ¿no es tan buen negocio ya?
MP - Un poco puede ser que no sea muy
buen negocio, no sé si como antes, la feria implica mucho sacrificio, hay que
venir, hay que estar y la gente quiere todo servido, por eso se termina
cansando. Ahora no estamos aceptando invitados, pero por ahí antes venía alguno
y después cuando se iba nos decía: ‘bueno, pero yo no vendí tanto’. Cuando
nosotros empezamos lo hacíamos con cartones de fruta, y directamente no
vendíamos. Por ahí, había chicos jugando a la pelota, recibíamos un pelotazo y
alguien les decía: “mirá, nos van a romper la mercadería” y nos contestaban: ‘y
vos estás invadiendo nuestro parque, nosotros nacimos acá’. Entonces primero
hubo que acostumbrar a la gente a la feria, a que nos aceptaran como
vendedores. Me acuerdo de una vez, hacía unas dos semanas que estábamos, una
señora venía con un bebé en un cochecito donde dejó la billetera y se la
robaron, entonces le dijeron: ‘¿cómo no te la van a robar si están todos estos
negros feriantes?’. Para muchos, estabas en la feria y eras un ladrón, un delincuente.
APP -¿Con el tiempo eso fue cambiando?
MP -La gente se fue acostumbrando,
además ven que tratamos de devolverle al
barrio algo social, como el Patio Folklore, traemos números de actuación,
gratuitos… Lo organizamos nosotros. Hay versiones de que no, pero sí. Queríamos
traer más gente, público, entonces se nos ocurrió probar distintas cosas,
tuvimos títeres, circo, tuvimos gente que tocaba cumbia, rock, tango,
malabares, de todo. Y con lo que más se enganchó la gente fue con el folklore.
Al principio por ahí no venía mucha gente, tenemos fotos en que están los músicos y cinco personas
escuchando, pero ellos fueron constantes. Yo me daba cuenta de que cuando se
hacía el receso en Mataderos[1] esto
se llenaba de gente, entonces yo decía: ‘me voy a dar cuenta de que crecimos cuando
de marzo a abril siga habiendo la misma cantidad de gente’ y pasaron cinco años
para que pudiera pasar eso. El Patio Folklore surgió por la feria hace 15 o 16
años atrás. Convocamos a un músico, Sergio Bustos, que justo estaba por migrar
a Córdoba, y él nos presentó a un violinista, Jorge Gordillo. Vino en diciembre
un par de veces, después se fue a hacer
temporada a Mar del Plata y, cuando volvió, empezó a hacerse una vez por
semana, los domingos, después de un tiempito: costó, al principio conseguir el
sonido, pero en febrero arrancó el Patio Folklore.
APP -De ahí en adelante, ¿hubo algún tipo de complicación?
MP -Sí, en un momento siempre venían
del gobierno de la ciudad y amenazaban con que nos lo iban a levantar, pero
después vino Eduardo Sábato como director del CGP[2] 4, a nosotros nos habían dicho
que él quería levantar el Patio Folklore. Entonces vino, justo habíamos tenido
un problema con la luz y yo estaba mal porque se nos había quemado uno de los
chicos del camión (sic), él pasó, nos saludamos y estaban cantando y bailando a
capela. Lo fui a buscar y le pregunté: ‘¿vos viste lo que es esto?’, ‘sí, me
encanta’, me respondió, ‘y entonces porque me lo querés levantar’, ‘no, yo no
te lo quiero levantar’. Entonces ahí hicimos una reunión en el CGP y me dijo
que bautizáramos el espacio, entonces pusimos un cartel que decía: Patio Rincón
de los Amigos, el padrino fue Jaime Torres. La primera intención fue que la
gente votara el nombre pero como estaban viniendo dos grupos a tocar y el
público estaba dividido, unos querían que se llamara el Patio de Juan Guerra y
otro querían que fuera el Patio de Gordillo. Entonces como yo sabía como se ‘manejaba’
el tema de la votación, le pusimos como nombre ‘El Rincón de los Amigos’, somos
todos amigos, ni Juan, ni Jorge. Mi inquietud por el trabajo social empezó acá en la feria,
esto fue como el disparador.
APP -¿Y cómo es el trabajo en la feria? ¿Qué es lo que te gusta más? ¿Qué
tiene de bueno y qué de malo el trabajo en la feria?
MP- Lo más difícil del trabajo en la
feria es la ingratitud de algunos compañeros. Uno tiene que venir, limpiar el
piso, tener todo preparado y ellos vienen, se sientan a vender y les importa
tres cornos lo que a vos te sucede. Eso es lo que a mí a veces me tiene mal. En
una oportunidad, me robaron en esta feria siete bolsos. En septiembre del año
pasado me robaron $1800 en mercadería que después estaban vendiendo detrás de
la calesita. Yo justo estaba pasando una situación económica bastante mala y
cuando me robaron se me caían las lágrimas, y sentí de repente que mi tristeza
caía mal, yo no lloraba a los gritos, nunca lloro a los gritos. Yo sufro en
silencio, lloro en silencio y no ando con mis problemas tirándoselos a la
gente. Mi hija se había separado y yo había tenido que sacar un crédito para
sacar la escritura del departamento para darle la garantía y estaba cobrando
$350 de la jubilación, de repente que me robaran $1800 en mercadería para mí
era espantoso. Pero bueno, me fui arreglando, iba, trabajaba en las peñas hasta
las cuatro de la mañana, y después a las ocho ya estaba en el Foro esperando
que la gente viniera a buscar su mercadería y viniendo a ver (a la feria) quién
había armado, quién no, eso nadie lo reconoce.
APP -¿y el lado positivo?
MP -Lo positivo es la cuestión de lo
social, el reconocimiento de los vecinos. Como vecina tengo tres o cuatro
plaquetas que me dieron. Tengo dos para el día de la mujer, una que me dieron
el otro día[3] y otra que me habían dado
el año en que a Ibarra lo echaron por lo de Cromagnon. Cuando Parque Patricios
cumplió 102 años también me dieron otra por colaborar en la organización. Como
decana del barrio, el Foro de la Memoria me
entregó un diploma en Pompeya. Después fui Vecina Participativa 2000, 2001 y creo
que 2003. Si no estuviese en la feria creo que nunca me hubiera involucrado con
el trabajo social. Yo siempre digo que a pesar de la ingratitud y de todas las
cosas que pasan, que me duelen porque soy muy sensible, si tuviera que hacer
todo lo que hice y me pasara lo mismo que me pasó, de todas maneras. lo
volvería a hacer.
APP -¿Y en la feria como es la organización? ¿Cada uno tiene su espacio,
cómo lo organizan?
MP -Cuando empezó la feria éramos
ciento cinco personas, en esa época estaban primero los artesanos, después los
manualistas y los coleccionistas, que con el tiempo fueron desapareciendo.
APP -¿Qué serían los manualistas?
MP -Por ejemplo, lo que hago yo que
coso, hago los moñitos pero no modifico el material, el artesano es el que
modifica el material. Nos organizábamos, por antigüedad, por ahí unos se iban
yendo y los que quedaban ocupaban su lugar. Cada uno respetaba su rubro. Ahora
hay puestos que son poli-rubro, no se respetan los códigos, y, si decís algo,
es para pelea, entonces uno a veces opta por no decir nada. Además, están los
manteros. Ya no se respetan las normativas de la feria. En la época de Menem,
cuando Grosso era intendente, quisieron desaparecer la feria, nos la pasamos 8
años de acá para allá luchando para que eso no ocurriera. Ahora hay
inspectores, pero es difícil volver a establecer los códigos después de 8 años
de libre albedrío.
APP -¿y en el Foro cual es tu trabajo?
MP -Al el foro voy, abro los días que
no pueden venir los profesores. También allá guardamos mercadería[4], así
que voy los lunes a la mañana y ordeno todo, limpio. Después si hay algún taller
voy a abrir. Los domingos hay uno de ajedrez y yo me quedo con ellos hasta que
se cierra. Los martes voy a la clase de computación, después le abro a la
profesora de gimnasia. A la tarde hay clase de yoga, después inglés y ya me
quedo a cerrar. Si viene Manuel[5]
cierra él, sino me quedo yo. El miércoles no voy, salvo que me diga: ‘mirá
Mirta, no llego’ o alguna cosa así. El martes voy a un taller a la Manzana de las Luces con
Paula Mujica Lainez, Vivencias Barriales. Después de 57 años volví a mi
escuela en Haedo, estaban las placas que habíamos regalado, con el nombre de
cada aula. Había cambios, sí, es una escuela que hizo Perón, chiquita.
APP -¿de la primaria o la secundaria me estás hablando?
MP -Primaria, secundaria no hice yo.
Y volví, fue tan lindo, tan emocionante, pensé que ni siquiera iba a poder
hablar.
APP -¿Cómo fue? ¿Se te ocurrió a vos? ¿Fue una idea de los participantes
del taller?
MP -Es porque el taller trata de
eso, vos contás cómo era tu barrio
cuando eras chica, qué hacías, a qué jugabas, cómo eran las calles y después
vas a la escuela. Previamente va Paula, habla con la directora e invita a los
chicos para hacer un trabajo por el barrio, después se hace el encuentro entre
todos. Los chicos nos hacen preguntas. Les contamos cómo era el barrio, hasta
donde había casas. Por ejemplo les decimos que no había televisión y nos dicen:
¿pero cómo no se aburrían? Entonces les contamos todo a lo que se jugaba, por
ejemplo, cómo podías hacer una balanza con un ladrillo, una maderita y jugabas
con eso. Los chicos se enganchan mucho, el año pasado hicimos Flores, Floresta,
Haedo y Versalles, los barrios de cada uno de los compañeros del taller. Es
lindo ver distintas realidades.
APP -¿Cómo te enteraste del taller?
MP -Por Canal 7, estaba viendo el
programa ese de Federica País a la mañana, y dijeron que en la Manzana de las Luces daban
un curso sobre vivencias barriales para personas de la tercera edad gratuito.
APP –Era justo para vos…
MP -Sí, aparte mi hija se había
separado y yo había dejado de cuidar al nene, entonces estaba sola en casa y me
dije: ‘si me quedo acá voy a pensar, voy a extrañar al nene, qué sé yo…’.
Empecé y, la verdad, es una experiencia hermosa.-